¿Qué es el fracaso?
Socialmente se considera que un individuo es fracasado porque no logra realizar
sus metas inmediatas o mediatas, en lo personal, lo económico, o en el amor.
Planea y sus planes no se realizan, o son irrealizables. El concepto tiene
varias aristas, por ejemplo si hablamos del que fracasa porque no tiene
disciplina para echar a andar sus proyectos, habría que deducir si en efecto
esa es la causa primordial de su fracaso, porque puede darse el caso que los
proyectos no caminan por falta de financiamiento, y esa falta de soporte
económico hace que el sujeto se frustre, y posteriormente se vea como decepcionado o sumergido en la
completa indolencia. Otro aspecto del fracaso se puede observar desde el punto
de vista patológico. El individuo planifica propósitos o metas irrealizables,
quiere ser futbolista de categoría Messi, o pianista del tipo Tchaikowski, o tal vez aspira casarse con la princesa Grace de Mónaco, por no mencionar
cualquier otro amor platónico. Este sujeto puede tener a su favor el factor económico, el apoyo
familiar y social, pero sus metas son una quimera. Claro que, para este individuo el
resentimiento será un martirio, vivirá quejándose y acusando a equis o ye circunstancia como la causa de su fracaso, para justificar la pérdida de los factores
que tenía a sus pies, o la inversión realizada. Lo patológico se manifiesta en
la persistencia de querer realizar lo irrealizable. Esto más bien raya en un
estado demencial propio de la esquizofrenia o la neurosis.
Normalmente
el fracaso, así como se manifiesta en la vida cotidiana obedece a factores que
tienen su origen en la propia idiosincrasia social. Nadie fracasa porque quiere
fracasar. Todos quieren tener éxito. Sin
embargo, el mundo subdesarrollado es aún mucho más complicado de lo que parece.
La adversidad con la que el sujeto se encuentra incluye una serie de hechos que
lo pueden mantener confrontado con el sistema. El estado se hace de la vista gorda para desarrollar una política por medio de la cual se obligue al sector productivo a pagar el concepto
de Responsabilidad Social, que permitiría canalizar fondos en apoyo de causas
de beneficio colectivo, abriendo la oportunidad tanto en lo artístico, lo
ecológico y/o lo deportivo u otros aspectos de capacitación laboral, para muchos muchachos de las nuevas generaciones que
tienen aspiraciones de orden estandar. Los desfavorecidos son abandonados y los
cinturones de pobreza campean a lo largo y a lo ancho del mundo
subdesarrollado. Y, a partir del factor pobreza todo es posible, porque ésta
mantiene una intimidad desgarradora con la ignorancia. De allí en adelante el
programa de la adversidad se hace patente. Se fracasa porque los envidiosos
bloquean el camino por el cual transitan las buenas intenciones. Se fracasa
porque el sistema económico esclaviza la economía de la clase popular
permitiendo la usura a través de un sistema bancario y crediticio que no es concebido en función social. Cuando reina la manipulación, la soberbia, la
sub-valoración y el desprecio, solo un mensaje es verdadero: La moral y la
ética no están de acorde a la conducta gubernativa y empresarial y económica que demanda el
presente, considerando que la falta de previsión social es patética. El típico
ejemplo que habla claro: el sujeto se enamora siendo un adolescente, embaraza a
niña que no está capacitada para ser madre. No sabe trabajar y tiene que
mantener ahora a tres bocas. Luego,
tiene que aceptar ser esclavizado en un medio que ni siquiera tiene el nivel de
consciencia como para pagar el salario mínimo (¡!). Si él cae en manos del
vicio, el alcohol o las drogas, hasta se considera normal, si se vuelve
delincuente, “ese era su destino”, si la niña se prostituye, “la etiqueta
social” le imputa el mismo galardón, dado que, no se aplican o se desconocen los principios
elementales que desembocan en la correcta formación personal y ciudadana. No se
le pueden pedir peras al olmo. Nadie puede triunfar en un medio adverso, si no
es picardías y artimañas. Qué si hay excepciones. Sí, hay
excepciones. Qué si hay gente honrada. Sí, hay gente honrada. Personas que a
base de mucho esfuerzo, de mucho trabajo y de mucha disciplina, han logrado
vencer el fracaso que condena a las mayorías. Pero, cuántas son las personas
honradas en realidad… Teniendo el conocimiento necesario de cómo funcionan las
cosas, es dable el pensar que son pocas. En consecuencia se puede reflexionar
que una golondrina no hace verano.
Si nuestros
políticos fueran filósofos como decía Sócrates, y se tomaran en serio los
preceptos constitucionales, y se protegiera el honor y la dignidad del individuo,
y se promoviera la educación y la cultura, y se democratizara el capital, como lo demanda la época, se estaría
hablando de una manera diferente. Entonces, tal vez estaríamos frente al
desafío histórico de erradicar el concepto del fracaso y de los “fracasados”.
Ese es un verdadero dilema cuya solución, todos sabemos que no se cosificará
a corto plazo. Por qué... pues, para nadie que se considere medianamente inteligente
puede pasar por alto la situación real de las cosas. El mundo y sus habitantes,
somos víctimas de una doble moral que magnifica el capital de las élites en
desmedro del valor de la vida. Y no estamos hablando de sistemas políticos,
porque el afán de tener para si, cosas que nos pueden proporcionar una
comodidad no tiene nada de malo. Lo absurdo es que nos apegamos a cosas que
tienen un valor transitorio. Esto logramos entenderlo al final del camino. Y, en
nombre de esos valores ilusorios nos valemos de la aflicción, o “el fracaso” de
los demás, haciéndole todo el daño posible no solo a los aspectos ecológicos y
a la biodiversidad, si no que a uno de los tesoros más grandes de la creación:
el ser humano, el semejante, pisoteando de paso la doctrina del Dios en el cual
decimos que creemos.
Los correctivos aplicables, y
la crítica hacia esa deficiencia de la inteligencia no son nada nuevo. Desde
los tiempos remotos han existido personajes dotados de una inteligencia
superior que se han manifestado de época en época, hasta llegar al
presente, haciendo el llamado a los seres humanos para que en nombre del orden
universal se modifique el patrón de conducta en lo económico y en lo social.
Personalmente creo
que la razón y la justicia, propias de ese orden universal, se
impondrán sobre los cuadros de conducta atávica, y la verdad será como una luz
que todo lo desenmascara. Siempre ha sido así, y como siempre, así será. ¿Me gustaría saber qué piensa usted... -el
espacio está libre…-? Atte: El Autor.
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