El precepto que rige al desarrollo histórico de la cultura dictamina que todo acontecimiento de valor trascendental para la humanidad, por exegesis se conserva. A partir de esta premisa el pensamiento crítico puede interpretarlo y ampliarlo. Por supuesto que, a la luz de las herramientas que el desarrollo científico del presente nos ha permitido conocer y manejar, podemos dar los pasos necesarios para buscar la comprensión de las esencias fundamentales que pudieron causar la fenomenología que ahora afecta los estratos de la existencia: el objetivo de esta investigación técnica consiste en alcanzar la perfección con la finalidad de obtener certezas de orden universal y de validez absoluta aplicables a la realidad inmediasta. Sería absurdo por ejemplo pretender perfeccionar lo evidente, como las pirámides de Egipto o los templos Mayas. Estos monumentos tienen que ser conservados con claridad y eficiencia, nada más. Pero, en el caso del derecho estamos hablando de una actividad intangible que se ha venido transformando a partir de los hechos socio históricos experimentados por cada pueblo en su trayecto evolutivo. La ley no es estática. La tendencia jurídica del presente se orienta en el sentido de permitir el análisis de los modelos conductuales que rigen el presente: estamos en la era de la conquista del espacio, los derechos humanos y la globalización, el siglo XXI. Los habitantes de este estrato histórico sabemos perfectamente el significado por ejemplo de la imposición tributaria, pero, comprendemos que el estado es propiedad del pueblo y que, el concepto de servidor publico desde esta nueva perspectiva tiene que ser actualizado. Nadie contrataría a un empleado indefinidamente si es malo, abusivo, criminal o ladrón. No es eso lo que está pasando en nuestra flamante democracia. Politiqueros aferrados a las instituciones no por un salario, o por vocación de servicio, si no mas bien por un afán enfermizo de enriquecimiento ilícito.
Esta es la coyuntura: "Si la ley no favorece al
pueblo, significa que no hay ley". Lo que queda es una camisa de fuerza, una mueca desdibujada que se
puede interpretar como autoritarismo, arbitrariedad, tiranía, impuesta
por los "empleados del pueblo" que se quieren perpetuar en el ejercicio del poder
público. ¿Cómo así? Si el soberano es el pueblo, el pueblo es el patrón, por lo
tanto se tiene que hacer lo que el patrón percibe como correcto. ¿No es este
el precepto constitutivo por excelencia?. Ahora bien, qué pasa cuando ese
grupo de pícaros pervierten las instituciones, retuercen los conceptos legales,
creando mecanismos que les permiten mantenerse en los cuadros
de mando -el poder político- indefinidamente. La respuesta a la luz de los acontecimientos
la vive usted y la sé yo: "No se desataría una oleada enfermiza de enriquecimiento
ilícito y el pueblo sería condenado a la
pobreza extrema, campearía la corrupción a todo nivel, la violencia invadiría
la calle y los hogares, la prostitución ensuciaría a la niñez, la perversión
juvenil rayaría en la locura, la criminalidad sería el negocio del siglo, la
moral y la ética serían opacadas por la viveza, la traición, el soborno, el
engaño, el trinquete, y los traficantes de drogas se convertirían en los
amos de las vidas, los nuevos esclavos seríamos usted y yo".
No es eso lo que esta
sucediendo en Guatemala. Entonces de que "democracia" estamos hablando, porque ese no es el ideal de orden, comprensión y humanismo. En cuanto a la Carta Magna, dicen -los doctores de la ley- que esta es una de las mejores
constituciones el mundo, entonces por qué las cosas andan tan mal. Hay que ser
ciego, necio o estúpido de al tiro, para no darse cuenta que el pretendido
régimen de derecho que nos han legado los politiqueros no sirve, no funciona, hay que
cambiarlo. La constitución no es perfecta como ellos pretenden -perfecto solo Dios-, al contrario, prestó su servicio y se volvió obsoleta.
A este extremo llegaron
las cosas: solo los que han violado esa caduca carta magna siguen defendiendo
su piso de plaza. Es fácil definir cuales son los preceptos que han sido
violados por las élites hasta convertir a Guatemala en
un estado cuasi fallido.
(Continuará)