Cosas veredes Sancho amigo. |
Se hizo mención que la
constante siempre fue la misma: una idiosincrasia enfrascada en opiniones
triviales y, en la imposición del miedo como arma de sometimiento, la difusión
de rumores coloquiales que eran defendidos como si fuesen verdades absolutas,
por las que estaban dispuestos desde jugarse la vida hasta hacer el mayor daño
posible a aquellos que no estuvieran de acuerdo con su manera de creer o de
pensar. Unas élites interesadas en defender sus intereses a toda costa, valiéndose
de esbirros, extraídos del pueblo y usados para reprimir a propios y extraños, multitudes
que por su misma ignorancia podían ser manipuladas, a partir de su paupérrima
condición económica,
Actualmente, estamos en
tiempos que corresponden a la Edad Contemporánea, inmersos dentro de un estadio
al que se ha dado en llamar “Era Espacial” y da la impresión que la constante
se mantiene. ¡Cómo es posible…! -se
preguntarán algunos intelectuales de escritorio. Claro, hoy tenemos naves
espaciales, comunicación audio visual inalámbrica, herramientas cibernéticas:
ordenadores y robots, nano tecnología, satélites, derechos fundamentales y una
incipiente libertad que casi raya en la anarquía. Pero, cuántas personas están
realmente ubicadas a la altura del comportamiento que exige una cultura científica
como la del presente: la cultura del siglo XXI. La Comunidad de Sabios del
Planeta Tierra está a punto de lograr el hit más grande en la historia de la
humanidad: “la conquista del espacio y otros mundos”. En esa razón, el estadio
evolutivo del presente demanda conocimientos formales, el manejo de un
instrumental desconocido para todas las generaciones que nos antecedieron, y
como consecuencia, también una moral superada, aderezada con una praxis capaz
de superar todos los exámenes de carácter intrapsíquico y todas las pruebas de
carácter interpsíquicas, para convertirnos como entes colectivos en verdadero
merecedores del desarrollo tecno-científico, que otros, los sabios hicieron por
nosotros, razonando que posiblemente algún día despertará en la humanidad esa
capacidad intrínseca que nos eleve hasta la altura de una ética de orden superior.
Teóricamente, las diferencias económicas que arrastran los países
subdesarrollados serán superadas, considerando que, con los conocimientos actuales
deberíamos de ser capaces de multiplicar la capacidad de producción y reducir
la tasa de pobreza. Ahora se han descifrado los códigos de la genética. Sin
embargo, para que el efecto sea visible, las naciones subdesarrolladas tendrán
que hacer un esfuerzo por reducir los niveles de corrupción y asignar un
presupuesto preferencial a los renglones educativos, tanto para ampliar la
cobertura educacional revisando aspectos fundamentales como son la
actualización y formación de un personal verdaderamente, capacitado, capaz de
trabajar con la mística y la comprensión que requiere la educación didáctico
científica, así como la implementación de áreas experimentales en donde los
futuros hombres y mujeres de ciencia puedan desarrollar su talento. Resulta
lógico comprender que, a esta generación no le alcanzó el tiempo para entender
que el paradigma educativo y socio cultural del presente es diferente a todos
los preceptos con los que ellos se formaron en el recién transcurrido Siglo XX,
habiendo sido sorprendidos por el desborde de la globalización, quedando
desfasada y que, desde esa trinchera obsoleta se pretenda bloquear el proceso educativo
de la era espacial, en pleno desarrollo en el mundo de la actualidad. Pero, a estas
alturas eso resulta ser una quijotada pero a la inversa, considerando que la
carrera espacial, el desarrollo cyber-robótico, el conocimiento de la
astrofísica, la biotecnología, la ingeniería genética y otros ramales de la investigación científica,
son materias de carácter irreversible. Concluimos citando las palabras
proféticas proferidas por el ilustre filósofo alemán Kurt Joachin Grau, en su Tratado
de Lógica (1),: ”La conversión de las ideas
vulgares, vagas y oscuras, en conceptos científicos cada vez más claros y
definidos debe de ser la finalidad ideal de toda la educación popular”.