viernes, 4 de octubre de 2013

LOS HECHOS: Inducción y Deducción. ¿Cómo somos, cómo estamos y cómo debería de ser? Parte Dos. Escribe: Fredy Ramírez Barrera. DRA 4-10-13




Recuerdo que, cuando se instaló el primer gobierno de la era democrática en Guatemala, en el año de 1985, con el Lic. Vinicio Cerezo, se comenzó a escuchar en voz de los corresponsales de la prensa extranjera: gringos, alemanes, italianos, ingleses, franceses, que daban cobertura al acto de transición del poder, un aforismo que sigue vigente hoy y siempre:”PARA QUE HAYA DEMOCRACIA TIENE QUE HABER DEMOCRACIA ECONÓMICA”. Lastimosamente, nuestro sistema político y financiero, carece de una planificación disciplinada que ponga orden, en cuanto a los renglones de recaudación fiscal, la cual marcarían la pauta de una justa redistribución del presupuesto general de la nación, de tal manera que sirva para atender las necesidades prioritarias de cada uno de los habitantes del país, elevando el concepto de valorización humana a los componentes del colectivo nacional. Por otro lado se entiende que el sistema de las élites ha tenido el poder político desde hace siglos, de allí se se deduce que, son los mismo los que forman empresas electoreras bajo una perspectiva proteccionista, pues, al contar con los medios para pagar campañas millonarias, es fácil suponer que se invierte para ganar, y que por lo tanto, esa inversión tendrá que ser recuperada, con intereses elevados, olvidando en su re-embolso, que el estado es propiedad del pueblo, o mejor dicho, saben que el pueblo no reclama “su derecho de propiedad”; y desde ese punto de vista la práctica de gobernar se sigue viendo como una política cavernaria, o como dirían los analistas, al estilo de Maquiavelo, con señores feudales, baronesas, príncipes, consortes y demás gérmenes patógenos, quienes presumen de ser los que siempre disfrutan el usufructo "temporal" de las mieles del poder, al tenor de la réplica del absurdo propugnada por el profeta de ellos:  “al pueblo basta con darle Pan y Circo”. Acaso, no es eso lo que venimos observando desde que usted y yo tenemos uso de razón. Como es fácil comprender, los miembros de esas “élites” siempre se han mostrado reacios con esa otra élite, la de los "Libres Pensadores": filósofos, sociólogos, juristas, economistas e ideólogos, etcétera, los que navegando bajo la lupa de los rigores inductivos llegan a sobrevivir, cual náufragos en una isla remota insertada en el mar de la sensatez, superando el conflicto que se impone entre la obediencia a los intereses particulares y, a la vez a los principios universales de la ciencia. Los que a base, generalmente, de un esfuerzo estoico, super-viviendo en un medio limitado, a veces humillante y casi siempre excluyente, han logrado aquilatar eones en inteligencia, desarrollando hasta la saciedad el pensamiento crítico. Esos pocos son los que tienen el talento y la creatividad para darle forma al proyecto de una gran nación, ellos son los que saben que, gobernar es un ejercicio de inducción y no a la inversa. De ahí se deduce cuáles son los temores que sufren los partidarios de políticas monopolistas, dado que “los privilegios” tienen que ser para el soberano. Pero, la orgía del poder produce un estado demencial: en esta locura algunos pueden llegar a sentirse superiores al dueño de la casa: “EL PUEBLO, SIN EXCEPCIONES, ES EL ÚNICO SOBERANO”. Históricamente se sabe que, grande es aquel que lucha por alcanzar el beneficio de las mayorías, sin servirse con la cuchara grande. (el subrayado es mío.) Mohandas “Alma Grande”: Mahatma Gandhi, liberó a su NACIÓN del colonialismo británico (1947). El pueblo hindú agobiado por la explotación inglesa determinó poner en práctica las herramientas tradicionales: el ayuno y el Ahimsa:(se traduce como la disciplina de "La No Violencia"), en unidad absoluta con un líder sabio e incorruptible. Fue así, como paralizaron la producción del país dispuestos a morir de inanición si fuera necesario, hasta que los ingleses se retiraran de su territorio. Esta lucha fue ganada por el “Movimiento de No violencia”. Ese el típico ejemplo de “Desobediencia Civil Pacifista”. El paso por la vida deja huella indefectiblemente. No es lo mismo Gengis Kahn que Santo Tomás de Aquino, no es lo mismo Jorge Ubico, que Juan José Arévalo. No es lo mismo politequero que ESTADISTA. No es lo mismo tirano que HUMANISTA. Usted y yo, hemos investigado y comprendemos, por qué las cosas no son como deberían de ser… Mientras se pregona públicamente que este es un mundo libre donde se exaltan la cosecha de los valores, y el desarrollo de los talentos como la riqueza fundamental que puede dotar al individuo de las herramientas necesarias para poder alcanzar el éxito en una sociedad progresista y solidaria, en un ambiente propicio, donde debería de privar la amplitud de criterio como corolario de una consciencia clarificada y robusta, que bonito. Pero, resulta que, el que llega a dilucidar los rigores del conocimiento, es excluido, aplacado o sub-valorizado, utilizando como medio de coerción, eso que los técnicos de la dialéctica han dado en llamar, haciendo honor a los preceptos científicos: “Represión Económica”. Claro que, en un país tercermundista eso es posible, pero en el Primer Mundo No. Estas son naciones con más historia social que nosotros, “La Promulgación de Los Derechos Fundamentales del Hombre y del Ciudadano” se oficializó en Estados Unidos, con la declaración de Virginia (1776), y posteriormente en la Revolución de Francia alrededor de 1789, se hizo lo propio, dando origen a la exaltación del ser humano como la riqueza básica de la que puede disponer una nación. Posteriormente, este compromiso se plasma en sendos documentos constitucionales hasta constituir la praxis social elemental de los estados, quienes, con el tiempo llegarían a constituir el modelo para la construcción de la democracia. A partir de ese logro, la cultura se protege, se amplía y se perfecciona. La cultura ocupa el lugar número uno, constituyendo el coadyuvante esencial de los procesos evolutivos de la humanidad. Indudablemente, estos son pueblos que, trabajando con absoluta seriedad aprendieron de su misma experiencia histórica a superar el paradigma del atraso y de la ignorancia.
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                                                                                                                                                                            (continuará) 

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