El Círculo Vicioso
y los Conceptos Políticos Elementales. –La Historia-
Escribe Fredy Ramírez Barrera. Derechos reservados del Autor. 27-07-17
Vox Populi,Vox Dei |
En nuestro país, nadie de los que
se autodenominan políticos, son políticos. Ni los que están en la palestra, ni
los que opinan. Ni los que piensan lanzarse. Primero porque desconocen la misma
historia de la política nacional. La dictadura de Estrada Cabrera, o la de
Jorge Ubico. Quienes eran los miembros del triunvirato que propició la
Revolución del 44, o cómo fue que derrocaron a Jacobo Arbenz Guzmán, y quienes
intervinieron, pero sobre todo, cual fue
la causa que generó el golpe de estado del 54. En esa consecuencia, también se debería de saber cual ha sido en
términos reales la dictadura más sangrienta impuesta a los guatemaltecos en
nombre de una “democracia” represiva y «fraudalenta», y hasta donde se
extendieron los regímenes de «facto». Y, segundo porque la formación ética
de nuestros profesionales en más de un noventa (90%) por ciento –lo decimos con
vergüenza- es totalmente deficiente. Decir soy político implica asumir una
posición objetiva ante el problema socio-económico que afecta a nuestras
poblaciones. Qué teoría es aplicable a un país con vocación agrícola y por qué.
Ser político implica tener un
conocimiento de las Ciencias Políticas y Económicas, pero también tener una
ideología, y conocerla a fondo, si no sería mejor llamarse “chapucero”, pero no
un político. Ser político es conocer de dónde proviene el concepto de
derecha, -los pragmáticos y los Liberales- y cual es el soporte teórico de
estas doctrinas, o cuales son las leyes
socio-históricas que promulga Carlos Marx en su manifiesto Comunista, y por qué
son aplicables a la realidad social de Latinoamérica. Ahora bien, si ni
siquiera sabemos en qué momento de la historia nace la Social Democracia como
una tercera alternativa para lograr un acuerdo pacífico de los extremismos,
cómo se pretende ser político. Ser político implica un compromiso ante una multitud
de grandes proporciones, a la cual no se le puede fallar, porque si se les falla, ellos no lo van a perdonar nunca. Su
nombre puede quedar registrado históricamente como un patán, como un asesino, o
un traidor a la patria. Aquí en Guatemala, a la luz de los últimos acontecimientos,
desde 2014 al presente, gracias a la intervención de la CICIG, se destapó la
triste realidad que vivimos. No haremos mención de nombres, solo diremos que
muchos de esos traidores aún tienen puestos públicos a los cuales llegaron “de
rebote”, o por« cuello». Decimos de «rebote» porque el sistema electoral que
tenemos ya está colapsado, y nuestra gente no cree en nada, ni en nadie. Aquí,
solo basta con tener una miserable expresión electoral, para declarar válido el
evento, aunque el porcentaje mínimo que otorgue la representatividad para
acceder a los cuadros burocráticos no exista. No fue eso lo que pasó con el
actual gobernante. Rememorando, diremos
que la inquietud política del pueblo, cuando se luchó por la renuncia de Otto
Pérez Molina, era que se realizara una Asamblea Nacional Constituyente, con el
objetivo de revisar y modificar la Carta Magna, y a partir de allí modernizar
las Leyes Consuetudinarias que rigen a la nación. Fue así como se formuló
aquella frase lapidaria: ”EN ESTAS
CONDICIONES NO ACEPTAMOS LAS ELECCIONES”. Sin embargo, como esa consigna no
se volvió una causa política, se validaron las elecciones, y el resultado
arroja para el presente una especie de repetición del ciclo. A ver si el pueblo logra entender que, en
este juego se está perdiendo, y a ver hasta donde el pueblo logra entender que
el estado y sus activos son propiedad del pueblo, y que, es exactamente por
eso, por lo que tiene que desarrollar la capacidad de exigir la actualización,
al siglo 21, tanto del sistema Socio Político y Económico en general, así como de
todos los hechos sociales implicados. Con Respeto: El Autor.
Fuente de imagen: deconceptos.com
Fuente de imagen: deconceptos.com